Las adicciones...la falta de comunicación intrafamiliar

INTRODUCCIÓN

En la actualidad el uso y abuso de sustancias adictivas constituye uno de los principales fenómenos que trae una serie de consecuencias adversas en la salud individual, en la integración familiar y en el desarrollo y la estabilidad social. Toda la sociedad está expuesta a las drogas, no hay quien se libre, pero hay grupos más vulnerables que otros a sufrir consecuencias negativas de su uso, como los niños y los jóvenes, quienes pueden truncar su posibilidad de desarrollo personal y de realizar proyectos positivos de vida.
La familia juega un papel importante en estas conductas: las actitudes y patrones de consumo; el tipo y grado de comunicación, respeto y cercanía; la existencia de lineamientos claros y consistentes en las interacciones familiares, de las responsabilidades y atribuciones de cada miembro, contribuyen a aumentar o disminuir los riesgos de consumo del menor. La presencia de una cohesión en la estructura social, familiar y comunitaria, con atención a las necesidades, capacidades y limitaciones de sus miembros, parece contribuir de manera importante a evitar conductas destructivas, violentas, o de transgresión.
Merikangas, Dierker y Fenton (1998), hablan de dos tipos de factores a tener en cuenta, en lo referente a la familia: factores específicos del consumo de drogas y factores generales de un número amplio de conductas problemáticas en la adolescencia.
Entre los factores específicos del consumo de drogas en la adolescencia se encuentran; la exposición a las drogas, los modelados negativos de uso de drogas por parte de los padres y las actitudes de los padres ante las drogas. En cuanto a los factores no específicos, podemos decir que son aquellos que incrementan la vulnerabilidad general a problemas de conducta en la adolescencia. Básicamente se refieren a aspectos relacionados con la estructuración familiar como son la expresión emocional, el grado de conflicto familiar, el estilo educativo o la exposición a estrés.
Podemos decir por tanto, que los procesos de socialización familiar que se dan actualmente, son el resultado de transformaciones progresivas de nuestro sistema de valores, normas y creencias. Por otro lado, este proceso socializador no finaliza con la niñez, sino que se prolonga en la adolescencia, provocando una reformulación, no sólo de las estrategias de socialización, sino también del sistema familiar al completo, para contemplar nuevos referentes como el grupo de iguales, el contexto escolar, los medios de comunicación, etc. De ahí el importante papel que juegan los estilos educativos de los padres, en relación a las consecuencias de una socialización familiar determinada (García y Segura, 2005).

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